El cansancio y el sufrimiento que la pandemia puede producir, y de hecho produce, es mayor cuando las instituciones, comunicadores, funcionarios y otras «figuras» nos invitan a vivir como si no hubiera pandemia. A mantenernos indiferentes ante las pérdidas de vidas, las terapias colapsadas, los que padecen la enfermedad, el aumento de los contagios, el temor y el dolor psicológico, la ansiedad por la inmunización y el retorno de una vida «normal».
Queremos expresar a los lectores que no se equivocan quienes se cuidan y respetan las normas. Hasta donde llegamos lo único que funcionó fueron las medidas que disminuyen la circulación. Elegir entre la vida y la economía es una idea falsa: en todos los barrios alguien pide disculpas y reconoce la equivocación luego de padecer covid.
Con el mismo criterio algunos opinan que las clases son más importante que la vida. Se trata de las personas no habituadas a pensar, de lo contrario se hubieran dado cuenta que la escuela puede esperar y la muerte no.
Entre los manipuladores también hay medios de comunicación que en un momento de dolor producen confusión e inseguridad, otra forma de dolor psicológico. Es la otra pandemia: la informativa.
Ante estas actitudes recordar: la mayor parte de nuestra sociedad cumple las medidas. No es coincidencia que los indiferentes a la vida, al sufrimiento de la pandemia sean los mismos que se mostraron y se muestran indiferentes a otros padecimientos.
Nos expresamos en acompañamiento de quienes padecen la enfermedad, de quienes perdieron seres queridos a causa del covid, de la mayoría que se informa y se cuida con los pies sobre la tierra. La solidaridad, la comprensión y la empatía son los valores que colaboraron y colaboran en una sociedad mejor.
Ante los que hacen y dicen lo que les conviene, hagamos lo correcto: respetar y no ser indiferentes. Cuidar nuestra vida y nuestra salud es también pensar en el Otro.