Como todos sabemos, cada 20 de junio se conmemora en nuestro país el Día de la Bandera por ser el día en el que falleció su creador, el General Manuel Belgrano. Pero lo cierto es que la bandera fue izada por primera vez un 27 de febrero de 1812, día que debería recordarse.

En el marco de esta fecha, el Profesor de Historia y actual estudiante de la Maestría, Juan Manuel Valdés recuerda a Belgrano y sobre todo pone en discusión su figura.


En el año en que se conmemora al creador de nuestra bandera por cumplirse 200 años de su fallecimiento, producido el 20 de junio de 1820, tras haber dejado su riqueza y su salud en las guerras de la independencia, recordamos que un día como hoy, 27 de febrero del año 1812, en las barrancas de la Villa de Rosario, por su genial inspiración, flameó por primera vez nuestra bandera nacional.

Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano fue uno de los hombres mejor formados de la Buenos Aires colonial y de los más comprometidos con la causa de la Revolución de 1810 y la lucha por la mejora de las condiciones de vida en las colonias españolas. El mismo reiteraba en sus escritos que la causa que inspiraba sus acciones no era otra que “trabajar por el bien público”.

Desde 1794 cuando inicia su vida política en Buenos Aires como secretario del Consulado de Comercio, supo aplicar las ideas más modernas de la época en función de ese principio. Tenía conocimientos de economía política por su lectura de autores como François Quesnay, padre de la fisiocracia, quien afirmaba que en la mejor explotación de la tierra está la base del desarrollo, Adam Smith, quien sostenía que en el trabajo residía la riqueza de una nación y los italianos Antonio Genovesi y Gaetano Filangieri, cercanos a un mercantilismo ilustrado y humanista. Esos conocimientos fueron matizados por su formación religiosa y las ideas propias de la ilustración española que se difundía en las universidades de la península donde realizó sus estudios superiores. A través de una prolífica labor periodística en los primeros periódicos del Río de la Plata y de un sostenido esfuerzo para establecer una educación gratuita e igualitaria para hombres y mujeres, transmitía sus ideas con la convicción de que resultarían útiles a su comunidad.

El torbellino revolucionario iniciado en mayo de 1810 lo convocó a sostener sus ideas y construir un proyecto de sociedad basado en aquellos principios, desde otros escenarios. Los primeros gobiernos criollos le encomendaron funciones diplomáticas y fundamentalmente, elevadas responsabilidades militares. En febrero de 1812, Manuel Belgrano fue designado por el Triunvirato comandante del Ejército Auxiliador del Alto Perú, luego de que éste hubiera sufrido una cara derrota en Huaqui, en el límite de las actuales repúblicas de Bolivia y Perú. Logró recomponer la moral de esa tropa, enfrentar a los realistas y derrotarlos en las batallas de Tucumán (24/09/1812) y Salta (20/02/1813), con las que se afirmó la soberanía de los patriotas en esos territorios.

Fue precisamente antes de partir a conducir aquel ejército que, habiendo sido designado para erigir dos baterías en el Río Paraná para detener el avance fluvial de la armada española, tomó la decisión de crear nuestra bandera. El lugar para instalar las dos baterías a las que bautizo “Libertad” e “Independencia” fue la actual ciudad de Rosario. Para identificar aquel baluarte revolucionario, Belgrano decidió crear una bandera que lo distinguiera claramente de la insignia roja y amarilla (oro) que utilizaban los barcos españoles.

Los colores de esa primera bandera fueron el azul-celeste y blanco (los colores de la escarapela). No se conservó esa bandera, pero se cree que consistía en una mitad de cada color. No existe un consenso acerca de los motivos de la elección de esos colores. Se sabe que eran los colores de la Virgen de la Inmaculada Concepción, que eran los colores de la banda de la Orden de Carlos III que se observa en los retratos del rey Carlos IV, su sucesor. Existe un consenso en que desde febrero de 1811 el celeste y blanco eran los colores de los morenistas, el grupo revolucionario más liberal e independentista, al que Belgrano era más cercano.

Lo cierto es que ese 27 de febrero hace 208 años flameó por primera vez nuestra insignia nacional, prenda de unidad e identificación de todos y todas quienes en este siglo XXI creemos que es necesario trabajar por el bien común, la felicidad de pueblo y la grandeza de la patria.