Con una serie de artículos Claudio Jonas* nos invita a que jóvenes, sus familias y la comunidad en general reflexionemos sobre la complejidad que supone terminar la escuela secundaria y tener que definir lo que haremos (a esa edad tan temprana) el resto de nuestra vida.

En un primer artículo, titulado “¡Socorro! Termino el secundario”, planteó una serie de interrogantes. Ahora, apoyado en casos reales de consultorio se pregunta qué pasa cuando no coincide nuestro lo que queremos para nuestra vida y lo que los otros esperan de nosotros.


II. LUCHANDO POR ELEGIR EL PROPIO DESTINO

En la nota anterior intenté hacer un mapa, a vuelo de pájaro, sobre las presiones que se van sumando al momento de tener que elegir qué hacer al terminar el secundario. Tal cual la pintada “fin de la guerra” que a modo de despedida reza en un panel del colegio, cada uno de los combatientes que sobrevivió, vuelve a casa agotado, confundido, y, con más ganas de sacarse de encima cualquier tipo de obligación, que entusiasmado por enrolarse en una próxima y eterna guerra.

Mural sobre la muerte de Tupac Amaru realizado por Juan Bravo Vizcarra

Cómo no preguntarse ¿nuestras generaciones anteriores, pasaron por lo mismo? ¿Y, no recuerdan lo tremendo que es sentirse como Tupac Amaru (atados sus brazos y sus piernas a cuatro caballos, que tiran cada uno hacia diferentes lados)?

En realidad son pocos los que se animan a sondear a los adultos que los rodean con preguntas que les ilumine “verdaderamente” el camino que les proponen hacer. ¿O no es sabido que no todo lo que brilla es oro?

Y son menos todavía los que se atreven a curiosear los sueños abandonados de sus congéneres. ¿Qué otro trabajo hubieras elegido? ¿En qué otro lugar del mundo pensaste alguna vez que vivirías mejor? ¿Tuviste toda la libertad de elegir o te sentiste presionado/a? ¿Pensaste alguna vez que preferirías hacer otras cosas y te pareció, o te convencieron, de que ya era demasiado tarde? ¿A pesar de ser exitoso o reconocido, se te cruzó por la cabeza renunciar, para ir en busca de algo que deseaste mucho y “sin queriendo” lo dejaste de lado?…

Gracias a que mi trabajo de psicoanalista se basa en la investigación de las historias personales de los que me consultan, pude descubrir, y ayudar a recuperar, elecciones vocacionales abandonadas en la adolescencia, o, en algunos pocos casos, recordar lo difícil, ingrato y costoso que fue rebelarse a los mandatos y elegir sus propios destinos.

Como ejemplos del primer grupo de combatientes resignados:

a) la señora M.D. desde chica deseaba ser ingeniera. Su familia, con prejuicios sobre “el qué dirán” de una joven que se atrevería a dejar su pueblo, ir a una lejana universidad, eligiendo para colmo, una en la que predominan los varones; se opone con firmeza y aduce

impedimentos económicos. La solución más cercana a sus ambiciones se plasmaron en un profesorado de ciencias exactas, del cual se queja incansablemente.

b) y c) J.C y G.B cursaron estudios universitarios presionados por sus familias. El primero se graduó de médico y tiene colgado el título en su negocio de lámparas. El segundo estudió abogacía y le entregó el título a su padre, diciendo: “acá tenés el título, ahora voy a hacer lo que quiero: dedicarme a ser músico”.

Entre los “rebeldes” que integran el segundo batallón recuerdo a: M.C. que, al momento de abandonar la carrera de medicina en 2º año la familia lo amenazó con echarlo de la casa y “cortarle los víveres”. Él aceptó el reto y dejó su casa para vivir en una pensión, trabajó de mozo al mismo tiempo que empezó a estudiar teatro. Hoy es profesor, director y propietario de una sala teatral (regalo de su padre, arrepentido de su fallido autoritarismo). P.O. quería ser azafata de aviones. Su familia, más arraigada al suelo que a los vuelos se opuso con firmeza. Apelaron al soborno (le ofrecieron ponerle un negocio de lo que quisiera), luego a la descalificación (“vas a ser la sirvienta de lujo de los que viajan”). A pesar de los aprietes, P.O. se inició como azafata y con eso se pagó su carrera como pilot@ de aviación civil. Ahora es una de las pocas comandantes de aviones de pasajeros.


Próximo artículo: III.- INTRINGULIS DE LAS ELECCIONES VOCACIONALES


*Claudio Jonas es médico psicoanalista y asesor pedagógico. Es ex-docente universitario de grado y postgrado en Medicina (UBA), Psicología (UBA y UCES). Es autor, entre otros, de “Hay limites que matan”. Ha publicado números artículos en medios gráficos, televisivos y radiales, entre los que se destaca sus colaboraciones para Página12. Como asesor pedagógico intervino en instituciones de salud mental y en más de 50 escuelas públicas y privadas.