El psicoanalista Claudio Jonas nos propone en su columna de psicología el final de una tríada de notas para pensar lo que nos sucede cuando queremos elegir una carrera para estudiar, y por lo tanto comenzar a perfilar nuestras vidas.

En “¡Socorro! Termino el secundario” y “Luchando por elegir un propio destino“, el autor propuso por un lado reflexionar qué les pasa a los jóvenes cuando terminan el secundario para entender la dificultad de esa elección, y en la segunda nota puso algunos casos reales para dialogar sobre las relaciones familiares en esas elecciones.

Los invitamos a leer esta tercer parte, en la que mediante un diálogo por WhatsApp real nos ahondamos en una frase que oímos mil veces “Estudiar ayuda a ser alguien en la vida”:


III.- INTRINGULIS DE LAS ELECCIONES VOCACIONALES

Por Claudio Jonas*

Diálogo por wattsapp con una adolescente de Chacabuco después de un taller de reflexión para estudiantes en una escuela secundaria.

Me escribe sin identificarse, por celular

Ella:  -¿Por qué es obligatoria la escuela?

En realidad, los que están obligados son los gobiernos y los padres a ofrecer y no impedir que los jóvenes aprendan. De todas maneras, aunque aprender no sea obligatorio, hacerlo suele ser muy agradable. Es más, se puede aprender durante toda la vida, de todo y en cualquier lugar.

Ella:  Sí está bueno, porque aprender ayuda, te ayuda a tener un trabajo, a ser alguien en la vida, porque sin estudio no sos nada y es difícil conseguir algo sin estudio

De hecho eso depende de que se considere “ser alguien en la vida” . Mirá a tu alrededor ¿los que no tienen títulos todavía o no lo pudieron tener, son nadie? Si eso fuera verdad casi todo lo que usamos y disfrutamos lo fabrican, construyen y mantienen, gente que son “nadie”.

Ella: Y, sí. Y, para que sirve ir a la escuela si no prestas atención, o si uno no se pone las pilas…

Creo que la escuela no es el único lugar para aprender.

-Ella: Es verdad, uno aprende en cualquier lado cosas nuevas. Y las mujeres que quedan embarazadas muy jóvenes pierden el estudio por criar a sus hijos.

Mirá que buen ejemplo, esas mujeres obligadas a dejar el estudio, dedicadas a cuidar a sus hijos, terminan siendo “nadie”. O sea que, durante siglos sólo algunos pocos hombres llegaban a ser “alguien”, el resto, y especialmente las mujeres, fueron “nadie”

– Ella: ¿Vos tratás temas de familia?

– Si, claro, es que justamente en las propias familias donde sería importante repensar los mandatos y prejuicios…”el deber ser” que hace que muchos no se animen a buscar lo que de verdad los puede hacer más libres y felices.

Después de este intercambio, me vienen a la memoria los acordes de una canción que no consigo identificar enseguida. De a poco caigo en la cuenta de que es la letra de la “Danza de los muertos pobres” de la Bersuit, cuya primera estrofa no puede expresar de manera más elocuente, aquello de lo que veníamos hablando:

Prócer el que mata, santo el que no goza, 
macho el que no siente, marica el que llora, 
discreto el que no se ríe, decente el que no baila, 
y es bueno el que obedece; 
….



*Claudio Jonas es médico psicoanalista y asesor pedagógico. Es ex-docente universitario de grado y postgrado en Medicina (UBA), Psicología (UBA y UCES). Es autor, entre otros, de “Hay límites que matan”. Ha participado en medios gráficos, televisivos y radiales, se destacan sus colaboraciones para Página12. Como asesor pedagógico intervino en instituciones de salud mental y en más de 50 escuelas públicas y privadas, entre ellas de Chacabuco